Nuevos estudios advierten que el campo magnético de la Tierra, esencial para reducir los impactos de la radiación solar, está perdiendo paulatinamente su estabilidad.
Si bien para cualquier humano moderno es natural suponer que las brújulas siempre apuntan hacia el Norte, lo cierto es que los polos magnéticos han intercambiado sus posiciones en reiteradas ocasiones a lo largo de la historia terrestre, y lo harán muchas veces más.
El campo magnético de la Tierra posee un polo norte y un polo sur que no son estáticos y, de hecho, sus variaciones han trasladado estos polos hasta 16 kilómetros por año. Así, el campo magnético jamás está en un solo lugar y los polos se invierten aproximadamente cada 450 mil años, de modo que el norte magnético se sitúa en donde estaba el sur y viceversa.
El trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad de California, en los Estados Unidos, ha logrado determinar que la última inversión de los polos terrestres ocurrió hace unos 781 mil años. Hoy, la Tierra parece estar trabajando en su próxima inversión, hecho que podría obedecer a que el núcleo interior crece cada vez más, obstruyendo el núcleo externo, lo que finalmente debilita el campo magnético del planeta.
Un debilitado o inestable campo magnético podría ser la clara evidencia de que la inversión de los polos terrestres está por suceder. Las consecuencias del cambio en el magnetismo de la Tierra afectarían directamente las infraestructuras eléctricas e instrumentos de navegación a nivel global, así como la orientación de la fauna silvestre, como aves y ballenas, que emplean el campo magnético para orientarse.
Los científicos están preocupados por la posibilidad de que, durante el proceso de inversión de los polos, el campo magnético se debilite excesivamente, o incluso desaparezca, siquiera por un corto período, situación que inmediatamente haría desaparecer la única protección con que cuenta la Tierra –y sus habitantes– para defenderse de la radiación solar.