¿Un exuberante elefante africano? ¿La ballena azul, quizá? Es probable que, al pensar en el ser vivo más grande del planeta, esas especies estén entre las primeras que cualquier persona pueda imaginarse. Sin embargo, el título de campeón de los pesos pesados no está reservado para un mamífero, ni siquiera para un animal.
El organismo viviente más enorme y uno de los más viejos del mundo es un hongo llamado Armillaria, comúnmente conocido como «hongo de miel», que habita bajo las montañas azules de Oregón y puede llegar a medir hasta 4 kilómetros de diámetro.
Se trata de un género de hongo parásito, capaz de colonizar y matar árboles y arbustos leñosos, atacando sus raíces. A diferencia de otros hongos parásito, este huésped no precisa moderar su crecimiento para evitar la muerte del anfitrión, puesto que su vida se sustenta de la propia materia muerta que genera.
Este hongo supone una inmensa masa que recorre el suelo por debajo de la hojarasca y aparece esporádicamente en la superficie con forma de seta entre amarilla y marrón, como la miel. Es muy empleado en gastronomía, aunque si no es bien conocido puede tener algún ligero efecto tóxico.