En 1999, cuando el sueco Mats Brännström se convirtió en el primer cirujano del mundo en trasplantar una mano, una joven australiana le sugirió la posibilidad de trasplantar también úteros para superar la infertilidad. Esa mujer falleció de cáncer poco después, y Brännström anhela ahora contarle a su familia «que la idea funcionó». El médico, que conoce Galicia y espera volver a Santiago como peregrino, realizó el primer trasplante de útero en septiembre del 2013, y un año después «nació el primer bebé». Otros dos vienen en camino. Hoy es la estrella mundial de la reproducción asistida. «Tenemos mujeres que han dado a luz con el útero de sus madres, del que nacieron ellas mismas, y esto es increíble», explicó Brännström en la ponencia que ofreció en el sexto Congreso IVI sobre Medicina Reproductiva. Las posibilidades de esta técnica parecen ciencia ficción, porque el siguiente paso puede ser «trasplantar un útero a un hombre que desea ser madre».
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-Sí, porque el procedimiento es muy complicado. Es una cirugía nueva y difícil, así que los datos están muy bien.
-Le ha llevado 12 años implementar esta técnica. ¿Tan complicada es?
-Sí, realmente empezamos con el proyecto en 1999 y el primer nacimiento llegó el año pasado, en septiembre del 2014. Hicimos un proceso paulatino en el que empezamos experimentando con pequeños animales, y luego más grandes. Nuestro equipo de cirujanos y ginecólogos, que trasplanta ahora el útero a las mujeres, es el mismo que lo ensayó primero con cerdos, ovejas y monos; estos, en Kenia.
-Y ahora, ¿cuánto tardaremos en ver esta técnica como un procedimiento habitual en los hospitales?-
-Todavía tardará algunos años. El proceso lleva su tiempo. Cuando trasplantas, tienes que esperar doce meses, luego proceder a la fecundación y aguardar al resultado de la gestación. Vamos a ver cómo evoluciona esto, porque ya hay otros proyectos de trasplante de útero en Bélgica, Francia, Estados Unidos y el Reino Unido.
-Su hospital es público, ¿está disponible esta intervención para todos los ciudadanos?
-Sí, pero es una técnica muy compleja y que implica a muchos especialistas, así que pienso que solo los grandes hospitales podrán ofrecerla. Nosotros abriremos en el 2016 un centro de trasplante de útero. Se ofrecerá a los ciudadanos de la Unión Europea, pero no va a ser gratuito. Calculamos que el coste completo del proceso estará entre 50.000 y 70.000 euros.
-¿Recibe usted peticiones de trasplantes y ofertas de úteros por parte de posibles donantes?
-Tenemos muchísimas peticiones de pacientes de todo el mundo que necesitan cirugía. También de España, por supuesto. Y mujeres que quieren ayudar a otras mujeres y donar sus úteros. Así que cuando este procedimiento sea una rutina clínica, dentro de unos años, creo que muchísimos pacientes se beneficiarán de él.
-¿La técnica es viable para que hombres que se han cambiado de sexo puedan llegar a ser madres?
-Sí es posible, y un nuevo grupo de trabajo en París está con ese asunto. En este caso hay que coger el útero de una mujer que quiere ser hombre, porque ya habría que quitárselo de todas formas, y ponérselo a un hombre que quiere ser mujer. Es posible implantárselo a un hombre, pero esto lo veremos en cinco o diez años, porque primero se intentará resolver el problema de infertilidad de la mujer por cuestiones uterinas, que afecta a 200.000 en Europa.
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-Es real, porque estos hombres que cambian de sexo sienten como mujeres, tienen el aspecto de mujeres y también, por supuesto, el deseo de concebir hijos.
-¿Funcionará su idea de utilizar úteros de donantes muertas?
-Por ahora solo usamos donantes vivas, pero creo que sí, aunque aún no lo hemos intentado. Pero en Suecia contamos con dos líneas experimentales. Una, precisamente con donantes fallecidas, y esto tiene la ventaja de que se elimina el riesgo para la mujer, que el útero se extrae en 30 minutos y que no hay que preocuparse de si se producen hemorragias. También en Francia y en Bélgica se está trabajando en esto. La segunda línea que seguimos es la cirugía asistida por robot, para reducir las intervenciones.
-Claro, porque 12 horas de cirugía se antojan excesivas, ¿no? Para la paciente y para el cirujano.
-Sí, es mucho tiempo. Pero los primeros trasplantes de hígado duraban. Hoy estamos ya en seis y la idea es dejarlo en cuatro o cinco años en la mitad, y con el útero pasará lo mismo.
-¿Qué riesgos asume una mujer después del trasplante?
-El riesgo principal es el rechazo, pero se detecta pronto. Una ventaja de esta cirugía es que se trata además del primer trasplante temporal. Colocas un órgano durante un corto período de tiempo. Quiero decir que un páncreas es para toda la vida; el útero, solo para tres o cuatro años, y eso significa que la paciente va a consumir inmunodepresores un tiempo concreto. Cuando se toman durante más de diez años, aumenta el riesgo de cáncer de piel.
Los niños de óvulos donados heredan material propio de la madre gestante
El endometrio es capaz de secretar moléculas específicas que logran modificar el embrión, dando lugar a una posible variación epigenética en la edad adulta. Este hallazgo «nos muestra el proceso de transmisión de enfermedades como la diabetes o la obesidad», explicó Felipe Vilella, doctor e investigador de la Fundación del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), durante el congreso de Alicante.
Tal y como detalló Antonio Requena, director general médico del IVI, la investigación de Vilella «abre la puerta a evitar este tipo de enfermedades cuando su causa es epigenética. Sabiendo que existe esta transmisión de madre a hijo, en el futuro podremos saber cómo cortarla, acabando además con la tónica madres obesas, hijos obesos».
Pero lo más sorprendente es que el intercambio que pone de manifiesto la investigación del doctor Vilella se da también en embarazos en los que el óvulo fecundado es donado, ya que el asunto obedece, prosigue Antonio Requena, «a un diálogo que establece el endometrio materno con el embrión en la fase de implantación, sin importar el origen genético de dicho embrión».
Por tanto, estamos ante la demostración de que «sí que existe intercambio entre madres e hijos en el útero al margen de la procedencia del óvulo». Es decir, que aparecerán en el hijo características de la madre aunque el óvulo no sea suyo.
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Requena reflexionó también sobre el futuro de la reproducción asistida, «marcado siempre por la tasa de embarazo del 100 %, aunque sea tan difícil de conseguir, pero por ello trabajamos duro los profesionales». En ese sentido destacó las novedosas vías de investigación expuestas durante el congreso, como el trasplante uterino del sueco Mats Brännström. A él se refirió también Manuel Muñoz, director del IVI de Alicante, durante una rueda de prensa.
Brännström y su equipo extrajeron en el 2013 nueve úteros de donantes vivas para trasplantar a ocho mujeres que habían nacido sin útero y a una mujer que lo había perdido tras un cáncer de cérvix. Dos de esas pacientes tuvieron problemas y fueron histerectomizadas. Las otras siete recibieron la transferencia embrionaria. El primer nacimiento tuvo lugar en septiembre del 2013. Fue un varón y vino al mundo a las 31 semanas y 5 días.